Hace un tiempo que quería publicar un post sobre este libro, por si alguno de vosotros se anima a leerlo. Yo lo leí el pasado mes de mayo, antes del surgimiento del movimiento 15 M. Su autor es Stéphane Hessel, diplomático, escritor y militante político francés, y único miembro aún vivo de los participantes en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos de 1948 (sí, esa que estudiamos en clase de Ciudadanía durante el segundo Trimestre).
Después de darle vueltas, un día encontré una reseña que me gustó mucho más que cualquiera que yo pudiera escribir, y aquí os la traigo, dando las gracias a Pedro Emilio por su gentileza al compartirla con nosotros.
La lectura no es solamente una fuente de placer, o la manera de adquirir nuevos conocimientos. La lectura puede ser también la llave para cambiar nuestras vidas, para cambiar el mundo. Hay libros que tras su publicación han hecho que el mundo sea distinto, en unos casos mejor, en otros peor, pero en cualquier caso distintos, bien por su pensamiento religioso, como La Biblia, El Corán o por su pensamiento político como Mein Kampf de Adolf Hitler o El Capital de Karl Marx.
Vengo hoy a recomendaros la lectura de uno de esos libros que es posible que sirvan para cambiar el mundo, o por lo menos para cambiar nuestro pensamiento. Y no hablo de una teoría, sino de una realidad, porque ¡Indignaos! es ya un punto de inflexión en la realidad política de nuestro país, origen de un movimiento distinto a lo que hasta ahora habíamos podido ver: Democracia real, ya.
Dos apuntes previos para comenzar. Lo primero una definición, indispensable para saber de que estamos hablando: Indignación: s. f. Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.
Y para continuar una banda sonora, con el tema de Celtas Cortos Tranquilo majete. Una canción que tiene unos veinte años. Vamos, que no es nuevo este pasotismo e indiferencia que tanto critica en las letras de su canción: http://www.youtube.com/watch?v=mV1-ChxkKw8
En los anexos finales os dejo la letra de esta canción, que sí, en algunos aspectos ya está superada, porque no vamos por tres millones de parados, sino por cinco millones, o además de Somalia son otros los sitios en los que veos caer la gente como moscas, o no es Croacia donde están liados a tiros sino Afganistán. Da igual, la cosa no ha cambiado, solo los nombres y los lugares.
¿Treinta páginas pueden dar tanto de sí? Pueden, porque van directas al grano, directas a nuestras conciencias más o menos amodorradas o cansadas.
Y tienen que ser dos personas de más de noventa años, las que vengan a dar una sacudida a una sociedad que increíblemente no es capaz de reaccionar. Más increíble aún en una juventud que por definición debería ser rebelde.
No voy a caer en la tentación de decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero desde luego si fue distinto. Y agrego aquí otra pista musical, ésta a cargo de Ismael Serrano (http://www.youtube.com/watch?v=gpOkURgetCU). Porque no nací como Sampedro o Hessel en 1917, ni viví una guerra, ni tuve que soportar una dictadura. Pero si que viví el final de una dictadura, una época en que creíamos que todo era posible, que España podía ser una democracia en la que todos viviéramos en paz y armonía, con mayor riqueza, más justicia y menos desigualdades. Y durante un tiempo este sueño, pareció convertirse en una realidad. Una realidad que a algunos les parece demasiado peligrosa y están dispuestos a arrebatarnos.
Apenas han transcurrido unas palabras del texto, cuando Hessel nos deja ya toda una declaración de intenciones: «Todos juntos debemos velar porque nuestra sea una sociedad en la que podamos estar orgullosos: no esa sociedad de sin papeles, de expulsiones, de recelo hacia los inmigrantes, no esa sociedad que pone en duda la jubilación, el derecho a la Seguridad Social.» (Página 21)
Podemos creer que todo el llamado sistema de bienestar ha estado siempre ahí. Pero no es cierto. En Francia surgió como una exigencia de la resistencia tras acabar la Segunda Guerra Mundial y la lucha contra el fascismo. Y en España necesitó la llegada de la democracia. Porque la universalidad de la atención médica, nuestro actual sistema de Seguridad Social fue una labor del gobierno socialista de Felipe González. Antes de él, si no tenías trabajo no tenías cartilla de la Seguridad Social, y no tenías derecho ni a que te atendieran en un parto.
Ahora nos dicen que no hay un duro, que la Seguridad Social no puede seguir adelante, que la educación gratuita es una utopía, que más vale que te vayas pagando por tu cuenta un plan de pensiones.
¿Acaso la situación es peor que hace treinta años? ¿Acaso es peor que la que tenía Francia al acabar la Segunda Guerra Mundial? La respuesta nos la da Hessel:
«Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero.» (Página 25)
Han sido los bancos los que por su egoísmo, por un afán de ganancias desmesuradas han provocado con su irresponsabilidad la crisis económica que ahora nos ahoga. Y los Gobiernos han acudido presurosos con nuestro dinero a su rescate. Y una vez salvados, si te he visto no me acuerdo, que los que tenemos que apretarnos el cinturón somos los mismos de siempre, mientras ellos vuelven a repartirse pingües dividendos que nosotros les hemos pagado.
Vengo hoy a recomendaros la lectura de uno de esos libros que es posible que sirvan para cambiar el mundo, o por lo menos para cambiar nuestro pensamiento. Y no hablo de una teoría, sino de una realidad, porque ¡Indignaos! es ya un punto de inflexión en la realidad política de nuestro país, origen de un movimiento distinto a lo que hasta ahora habíamos podido ver: Democracia real, ya.
Dos apuntes previos para comenzar. Lo primero una definición, indispensable para saber de que estamos hablando: Indignación: s. f. Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.
Y para continuar una banda sonora, con el tema de Celtas Cortos Tranquilo majete. Una canción que tiene unos veinte años. Vamos, que no es nuevo este pasotismo e indiferencia que tanto critica en las letras de su canción: http://www.youtube.com/watch?v=mV1-ChxkKw8
En los anexos finales os dejo la letra de esta canción, que sí, en algunos aspectos ya está superada, porque no vamos por tres millones de parados, sino por cinco millones, o además de Somalia son otros los sitios en los que veos caer la gente como moscas, o no es Croacia donde están liados a tiros sino Afganistán. Da igual, la cosa no ha cambiado, solo los nombres y los lugares.
INDIGNAOS de STÉPHANE HESSEL
Apenas treinta páginas tiene este libro si no contamos el epílogo del editor o el prólogo que en España ha corrido a cargo de Jose Luis Sampedro, con cinco páginas que no tienen ningún desperdicio.¿Treinta páginas pueden dar tanto de sí? Pueden, porque van directas al grano, directas a nuestras conciencias más o menos amodorradas o cansadas.
Y tienen que ser dos personas de más de noventa años, las que vengan a dar una sacudida a una sociedad que increíblemente no es capaz de reaccionar. Más increíble aún en una juventud que por definición debería ser rebelde.
No voy a caer en la tentación de decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero desde luego si fue distinto. Y agrego aquí otra pista musical, ésta a cargo de Ismael Serrano (http://www.youtube.com/watch?v=gpOkURgetCU). Porque no nací como Sampedro o Hessel en 1917, ni viví una guerra, ni tuve que soportar una dictadura. Pero si que viví el final de una dictadura, una época en que creíamos que todo era posible, que España podía ser una democracia en la que todos viviéramos en paz y armonía, con mayor riqueza, más justicia y menos desigualdades. Y durante un tiempo este sueño, pareció convertirse en una realidad. Una realidad que a algunos les parece demasiado peligrosa y están dispuestos a arrebatarnos.
Apenas han transcurrido unas palabras del texto, cuando Hessel nos deja ya toda una declaración de intenciones: «Todos juntos debemos velar porque nuestra sea una sociedad en la que podamos estar orgullosos: no esa sociedad de sin papeles, de expulsiones, de recelo hacia los inmigrantes, no esa sociedad que pone en duda la jubilación, el derecho a la Seguridad Social.» (Página 21)
Podemos creer que todo el llamado sistema de bienestar ha estado siempre ahí. Pero no es cierto. En Francia surgió como una exigencia de la resistencia tras acabar la Segunda Guerra Mundial y la lucha contra el fascismo. Y en España necesitó la llegada de la democracia. Porque la universalidad de la atención médica, nuestro actual sistema de Seguridad Social fue una labor del gobierno socialista de Felipe González. Antes de él, si no tenías trabajo no tenías cartilla de la Seguridad Social, y no tenías derecho ni a que te atendieran en un parto.
Ahora nos dicen que no hay un duro, que la Seguridad Social no puede seguir adelante, que la educación gratuita es una utopía, que más vale que te vayas pagando por tu cuenta un plan de pensiones.
¿Acaso la situación es peor que hace treinta años? ¿Acaso es peor que la que tenía Francia al acabar la Segunda Guerra Mundial? La respuesta nos la da Hessel:
«Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero.» (Página 25)
Han sido los bancos los que por su egoísmo, por un afán de ganancias desmesuradas han provocado con su irresponsabilidad la crisis económica que ahora nos ahoga. Y los Gobiernos han acudido presurosos con nuestro dinero a su rescate. Y una vez salvados, si te he visto no me acuerdo, que los que tenemos que apretarnos el cinturón somos los mismos de siempre, mientras ellos vuelven a repartirse pingües dividendos que nosotros les hemos pagado.
¿Y su receta? Hay que acometer un plan de austeridad, hay que recortar el gasto (se entiende que el ajeno), empezando por todo lo que sean prestaciones sociales de esa pandilla de vagos que se han acostumbrado a vivir de los subsidios del Estado.
Y predican con el ejemplo a golpe de estancias en hoteles de 3.000 euros la noche, que es muy duro eso de convencernos que la culpa de todos los males es de los que los padecemos, no de los que los han provocado.
¿No es eso motivo de la más justa indignación?
Pero siguen a lo suyo aprovechándose de uno de los mayores males de la sociedad actual: La indiferencia. Ya lo decía la Biblia, el Señor vomita a los tibios, a los indiferentes, a los que no están ni a favor ni en contra, a los indiferentes. Y de esos hay demasiados ahora mismo, tranquilos en su sillón, sin chistar ante ningún recorte. Salvo que el recorte sea impedir los botellones o cerrar antes los locales de ocio nocturno.
Como respuesta a todo lo anterior, el autor nos propone que recurramos a la indignación, pero con un límte muy claro: La violencia no es el camino. En el terrorismo no está la solución:
«Hay que comprender que la violencia da la espalda a la esperanza. Hay que dotar a la esperanza de confianza, la confianza en la no violencia». (Pagina 42)
Porque de lo que estamos necesitados es de una imaginación creativa que encuentre nuevas vías para vivir en paz y en democracia. Por eso termino con las palabras que cierran el libro:
«A aquellos que harán el siglo XXI , les decimos con todo nuestro afecto:
CREAR ES RESISTIR.
RESISTIR ES CREAR».
REFLEXIONES MUY PERSONALES
Un libro de poco más de cincuenta páginas no llega a la categoría ni de aperitivo. Pero ¡qué maravilla! cuando me obliga a reflexionar, a dar forma y escrito a pensamientos que llevan tiempo rondan por la cabeza.De un tiempo a esta parte, veo que cada vez crece en mí con más fuerza la indignación, que no hace falta mirar a mi alrededor para encontrar motivos de indignación como dice el autor. Es más, casi es preferible cerrar un poco los ojos para que tanto sobrestímulo indignante no me conduzca a un cabreo sin salida, a una exasperación y a un sensación de amargura e impotencia.
Cada cual puede tener sus peculiares motivos para la indignación. Yo me limito a deciros desde aquí alguno de los míos, que probablemente en todo o en parte compartiréis:
- Estoy indignado con los bancos, jugando imprudentemente con dinero ajeno en busca de unos megamillonarios beneficios. Si aciertan en sus apuestas, para la banca. Si se equivocan, el pobre contribuyente tiene que acudir al rescate no sea que se hundan y la economía nacional se vaya al garete ¿?
- Estoy indignado con unos bancos que incitan al más descabellado consumismo (en época de vacas doradas me llamaban para ofrecerme un crédito de 6.000 euros, dándome ideas de en qué me lo podía gastar), regalando tarjetas de crédito y luego quejándose de la alta morosidad de las familias.
- Estoy indignado con los bancos, que prácticamente regalaban los créditos, como si luego no hubiese que devolverlos y, cuando han venido duras, se quedan con las viviendas pero no con la deuda, que el pobre atrapado le tendrá que seguir pagando. O sea, sin casa y sin dinero.
- Estoy indignado de unos partidos políticos que centran toda su campaña electoral en: Y tu más (pero no más bonito, ni más inteligente, ni mejor dotado, precisamente).
- Estoy indignado de unos partidos políticos que para financiar dichas campañas electorales han permitido la más salvaje especulación urbanística de todos los tiempos, a cambio de comisiones milmillonarias. Especulación que ha traído consigo una burbuja inmobiliaria que cuando ha explotado se ha llevado consigo millones de puestos de trabajo.
- Estoy indignado de que con la excusa de que hay crisis (¿por qué no de que el Manzanares pasa por Madrid?) ponen de patita en la calle a sus trabajadores.
- Estoy indignado de que con la excusa de que hay mucho paro, las empresas aprovechen la ocasión para extorsionar a sus trabajadores, disminuyéndoles el sueldo, quitándoles prestaciones sociales que antes tenían y empeorando todas las condiciones liberales que antes tenían.
- Estoy indignado que empresas con beneficios millonarios como Telefónica, quieran apuntar al paro a un número importante de sus trabajadores para ganar aún más dinero.
- Estoy indignado de que con esta crisis los ricos sean más ricos y los pobres mucho más pobres.
- Estoy indignado de que con la excusa de que no hay dinero en las arcas, algunos Ayuntamientos y Comunidades privaticen las empresas que tienen beneficios. Empresas que por cuatro duros, mucho menos de lo que valen, van a parar a manos de sus amiguetes.
- Estoy indignado con los Ayuntamientos y Comunidades que se gastan el dinero de sus contribuyentes en fastos y boatos innecesarios y arrastran luego a la ruina a pequeñas empresas a las que no les pagan las deudas de los servicios que les han prestado.
- Estoy indignado con los Ayuntamientos que prometen bajar los impuestos y a la hora de la verdad lo que hacen es "actualizarlos".
- Estoy indignado con todos aquellos que luego echan la culpa de todos los males a los emigrantes, esos que han venido a hacer los trabajos que ellos nunca han querido hacer.
- Estoy indignado con todos los partidos políticos que durante la campaña electoral se dedican a prometer y prometer, anunciar y anunciar proyectos. Pero una vez votado, nada de lo anunciado.
- Estoy indignado con los que quieren vender la cultura como si de oro se tratase. Luego son los mismos que se quejan de la piratería.
- Estoy indignado de tener tantos motivos para la indignación. Pero seguro que tú tienes también unos cuantos más.
Queda por tanto recomendada esta lectura para todos aquellos que quieran pararse a pensar, siquiera un rato, sobre esta sociedad en la que estaos viviendo. El precio es de cinco euros, o sea, que no es una excusa para no comprarse el libro. Y siempre te queda también el recurso de las bibliotecas públicas.
Lectura facilitada por la Biblioteca Municipal de Móstoles.
LOS FRUTOS DE INDIGNAOS
Comenzaba diciendo que posiblemente Indignaos sirva para crear un punto de inflexión en España, pues inspirado en él, uno de sus frutos es lo que ha dado en llamarse Movimiento 15 de Mayo, por ser ese el día que tuvo lugar su primera gran manifestación pública en diferentes provincias españolas, aunque la más sonada de todas ellas es la que está teniendo lugar en la Puerta del Sol Madrileña (no se queda atrás la de la Plaza de Cataluña de Barcelona). ¿Pasará la Puerta del Sol de Madrid a ser además del Kilómetro cero de todas las carreteras que parten de Madrid el Kilómetro cero de la nueva democracia?
Porque este es un movimiento distinto a lo que hasta ahora habíamos visto, que lleva por nombre Democracia real ya. Por real se entiende auténtica, no confundir con monárquica, que no tiene nada que ver, pues lo primero que se definen son como no pertenecientes a ningún partido político, aunque tengan a los dos principales partidos políticos por su ineficacia en el punto de mira.
De no saberse nada de ellos, han pasado a abrir el telediario del miércoles 18. De no hablar nadie de ellos, ya están en boca de los mandatarios políticos que, como no, dicen cosas totalmente contradictorias de ellos: desde que son un grupo manipulado por los izquierdistas (Esperanza Aguirre dixit), a que están siendo utilizados por el PP, que se frota las manos pensando que a ellos no va a quitarles ningún voto, pero que seguro hace daño al PSOE. Lo cual es harto probable, porque una de las características de la izquierda es su inconformismo, un inconformismo que le lleva a ser crítico con los partidos de izquierdas, a los que castiga con la abstención o con votos exóticos cuando se siente defraudada. Es muy poco probable que el número de posibles votantes del PP en dicho grupo de manifestantes sea alto, si es que hay alguno.
Comparto muy buena parte de su manifiesto, un manifiesto en el que por otra parte no se llama para nada a la abstención. En el que nada se dice de revueltas violentas (¿cuánto tardarán en infiltrarse movimientos antisistema para hacer de las suyas?)
Una de las cosas que hace atractiva la idea, es que no se trata de uno de estos grupúsculos antisistema que van con la violencia por delante, rompiendo escaparates, tirando cócteles incendiarios, destrozando mobiliario urbano y creando desórdenes públicos. Eso es algo totalmente opuesto como queda muy claro al leer Indignaos a la propuesta de indignación que hace Hessel, que dice claramente: «El terrorismo no es eficaz. En la noción de la eficacia es necesaria una esperanza no violenta» (Página 42)
Un movimiento que ha nacido en la red por medio de las redes sociales. Algo semejante a lo que ha ocurrido en los países árabes, con la diferencia de que aquí no estamos luchando contra una dictadura, sino contra un sistema que debe cambiar para mejorar, para dar los hombres y mujeres de este país lo que necesitan.
MANIFIESTO DEMOCRACIA REAL YA
Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie.
Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:
-Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.
-Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.
-El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.
-La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE.
-El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso.
-La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.
-Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.
-Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.
-Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.
Por todo lo anterior, estoy indignado.
Creo que puedo cambiarlo.
Creo que puedo ayudar.
Sé que unidos podemos.
Sal con nosotros. Es tu derecho.
Manifiesto http://democraciarealya.es/?page_id=88
ANEXOS FINALES
Tranquilo majete (Celtas Cortos)Si en la tierra de los croatas
a hostia limpia está el mogollón
Si en Somalia mueren como ratas
como ves en televisión Si en España el aumento del paro
ya va por el tercer millón
y si el campo se va a la mierda
y el poder huele a corrupción
Tranquilo! no te pongas nervioso, tranquilo
tranquilo majete en tu sillón
tranquilo majete en tu sillón Si hoy el SIDA es un primo-hermano
que hace muy lujoso el amor
si la mili acaba con todos
y es delito LA INSUMISIÓN !!
Si en Latinoamérica matan
a los indios sin compasión
si Amazonas estira la pata
y si aumenta la polución Tranquilo! no te pongas nervioso, tranquilo
tranquilo majete en tu sillón,
tranquilo majete en tu sillón
Si estudiar vale para poco
al buscar tu colocación
si los bares los cierran pronto
porque hay que ser euroP2 Si para alquilar una casa
tienes que empeñar un riñón
si no hay parques ni carril bici
y solo hay contaminación
Tranquilo! no te pongas nervioso, tranquilo
tranquilo majete en tu sillón,
tranquilo majete en tu sillón.
Papá, cuéntame otra vez (Ismael Serrano)
Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas. Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.
Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa. Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más. Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
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