Primera etapa (siglos VIII al X)
En este periodo surgen los distintos núcleos de resistencia cristiana en el norte, consolidan su territorio y avanzan tímidamente hacia el sur, hasta llegar a la línea del Duero en 910, situación que se mantiene hasta el final del siglo X, con el río Duero como fuerte frontera natural entre árabes y cristianos.
Segunda etapa (siglos XI y primera mitad del XII)
La actitud defensiva de los núcleos cristianos comenzó a variar a comienzos del siglo XI, cuando aprovechando la debilidad de Al-Andalus tras la desaparición del califato de Córdoba en 1031 y la disgregación de los Reinos Taifas, León y Castilla rebasan la Cordillera Central y ocupan la cuenca del Tajo.
Alfonso VI de León (1065-1109) y Castilla (1072-1109) conquista Toledo en 1085.
La ocupación del reino de Toledo constituyó
un duro golpe para los musulmanes, que buscaron la ayuda de los musulmanes del norte de África: los almorávides. Estos entraron en la Península, vencieron a Alfonso VI en Sagrajas (1086) y, a pesar de sus derrotas ante Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, en tierras de Valencia, consiguieron unificar todo Al-Andalus y amenazar a los territorios cristianos.
Sin embargo, en 1118, los aragoneses arrebataron a los almorávides Zaragoza, y poco a poco lograron controlar La Mancha y el valle del Ebro, de forma que la frontera entre Al-Andalus y los reinos cristianos pasó a situarse en Sierra Morena. Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, conquistó Tortosa (1148) y Lérida (1149). Mientras Portugal conquistaba Lisboa en el 1147.
Tercera etapa (final del siglo XII y principios del XIII)
Una nueva invasión de pueblos provenientes del norte de África, los almohades, que en 1146 atravesaron el Estrecho, pareció amenazar la expansión de los reinos cristianos.
En la segunda mitad del siglo XII, los almohades se hicieron con el control de Al-Andalus e intentaron recuperar las tierras situadas entre el Tajo y Sierra Morena. El peligro fue tan grande que todos los reyes cristianos (Alfonso VIII de Castilla, Sancho el Fuerte de Navarra y Pedro II de Aragón) unieron sus ejércitos a fin de derrotar a los almohades. Esto sucedió en la batalla de las Navas de Tolosa, (1212), que abrió definitivamente el avance cristiano hacia el valle del Guadalquivir y Valencia. La victoria cristiana supuso el principio del fin de la presencia islámica en la península.
Cuarta etapa (siglo XIII)
A partir de este momento, el avance cristiano se aceleró en los distintos flancos. El rey Jaime I de Aragón conquistó Baleares y Valencia.
Por su parte, castellanos y leoneses, unidos definitivamente en 1230 por Fernando III, conquistaron las plazas de la actual Extremadura y avanzaron sobre el valle del Guadalquivir, conquistando Sevilla y Córdoba por el oeste, y Jaén y Murcia por el este, entre 1236 y 1248. Poco después, su sucesor, Alfonso X, ocupó Niebla y Cádiz.
Mientras tanto, en la zona más occidental, los portugueses llegaban a Faro, en 1249.
En definitiva, entre los años 1045 y 1266, los cristianos, que empezaron con pequeños núcleos de resistencia, habían ampliado sus territorios resolviendo a su favor la pugna entre cristiandad e Islam. De este modo, Al-Andalus quedó reducido al reino de Granada, que se vio obligado a “convivir pacíficamente” con los reinos cristianos, a cambio de pagar elevados tributos a los mismos, hasta su conquista definitiva en 1492.
1 comentario:
gracias por informaciones
Publicar un comentario